Hace unos días, en una de las comidas de Navidad hablando con mis tías hablábamos del paso del tiempo y como influye en cada una de nosotras. Es curioso como podemos ver el paso del tiempo para los demás pero como este se detiene en nuestros familiares y en nosotros mismos… O esa es la percepción que tengo.
¿Cómo puede ser que mi madre tenga 54 años y yo la vea igual que a los 40? ¿Cómo puede ser que tenga 31 si me siento igual que a los 21? Entonces es cuando uno tiene que frenar y reflexionar ¿De verdad me siento así? ¿Cómo he evolucionado en estos 10 años? ¿Cómo he cambiado para poder observar a la Silvia de los 21 y diferenciarla de la Silvia actual?
Es entonces cuando detecto esas diferencias gigantescas que sólo se detiene en la energía y ganas de mejorar cada día como persona. Una persona de la que me siento orgullosa sin que este orgullo se transforme en un ego que no me permita rectificar, aprender y mejorar en cada aspecto de mi vida.
Y si todo esto lo llevamos al armario, me pregunto ¿Nos preguntamos y observamos si nuestro armario nos hace demasiado mayores o por lo contrario, excesivamente joven? Y es que sin duda, la relación de cada persona con su armario, especialmente las mujeres, es fundamental para afrontar el día a día y por lo tanto, la vida.
Una mala elección puede eliminar o añadir una década a tu apariencia. Y aunque la fuerza que tiene la moda en nosotros a veces nos hace elegir prendas o observarlas de tal forma que no caer en la tentación de imaginarnos llevando un mini vestido Balmain o Versace por que simplemente es tendencia, es demasiado fuerte. Y es que como bien dijo Giorgio Armani “En cada edad, lo que te hace tener un verdadero sentido del estilo es la habilidad para echar tu instinto y elegir lo que verdaderamente te favorece y te hace sentir seguro”. “La elegancia no es algo que dependa de los años que tengan sino de la actitud”. No puedo estar más de acuerdo con el diseñador.
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